Sunday, May 20, 2012

Oxala, o Carnaval aconteca




Algunas veces se olvida la emoción por lo que acontece, imaginar lo que va a suceder y de ahí partir para el encuentro entre personas que imaginan también. Luis Pérez-Oramas diría: “El arte por venir de un lugar que no se conoce, que acontece cuando usted no lo sabe”.  Mientras yo me preguntaba How to find the beauty? me encontré con Paulo Nazareth, en un Conversatorio de un proyecto llamado Taller Multinacional en la Ciudad de México, que daba asilo a Paulo en su paso por esta ciudad, con su único objetivo llevar la tierra pisada de Latinoamérica caminada por meses hacia los Estados Unidos. En un proceso desordenado de viaje, iba y venía por meses, entonces la llegada a Estados Unidos se veía lejos, en el camino  pequeños tesoros que la calle regala, en los trayectos largos, las reflexiones largas del por qué un artista se aventura a realizar ciertas empresas, el preciosismo de ruta,-Tomaré el camino de la costa o pasaré a visitar a las ballenas en Baja California,  y el tiempo no contando con la gente que se ofrece  para escuchar y compartir noches de música. Cabezas de animales dispuestas solo para que Nazareth las recogiera y las pusiera en sus costales con los que viaja, montados en un carrito de metal, Latinoamérica con sus infinitas bellezas. Las sorpresas vienen cuando se contempla la dura decisión de vida, la sensibilidad que acontece se desarrolla justo en los lugares no conocidos, en las decisiones no contadas, ahí donde la fragilidad es una fortaleza, ahí donde se comparte la comida, ahí donde se habla de una banana no en el sentido que el arte pop nos enseñó a leer, sino en el sentido del valor en sí y del esfuerzo latinoamericano que significa alimentar a gran parte de la población de este continente y quién hace ese esfuerzo, es sacrificado.

Mientras camina con sus sandalias brasileñas, se funde en el paisaje, oculta su cabeza en arbustos, ramas y agua o reproduce a sus dobles en las calles, quiénes en países como este, desde donde escribo Estados Unidos, se les confiere la culpa sobre sus decisiones de vida, quiénes aunque pertenecen a un país sin duda con recursos, tienen que dormir en la calle, donde no hay ningún lugar donde ocultar su culpa. “What is the color of my skin?” dice el pedazo de cartón que Nazareth llevó colgado en el cuello caminando por las calles de San Diego California,-Cafecito le dijeron en un cruce peatonal-, el color de piel en esta sociedad lo determina todo.

Su participación en cada destino visitado deja imágenes, deja amigos, deja billetes de dóllar, tradición brasileña muy a la Cildo Meireles, pero esta vez con leyendas selladas:

 [ PARA DEMOSTRAR GENOCIDIOS PASADOS EN LAS AMERICAS antes del pago APUNTE EL NOMBRE DEL (A) DESAPARECIDO(A) , PAIS DE ORIGEN _________ y/o etnia -- periodo histórico( colonia  ,imperio , dictadura, democracia)]

[ PARA DENUCIAR SECUESTROS PASADOS EN LAS AMERICAS antes del pago APUNTE EL NOMBRE DEL (A) DESAPARECIDO(A) , PAIS DE ORIGEN _________ y/o etnia -- periodo histórico( colonia, imperio, dictadura, democracia)]

Es ahí donde las prácticas artísticas suceden cuando usted no sabe, suceden cuando se camina solo, para encontrarse con otros, cuando los otros se sorprenden de lo que ven o escuchan, las prácticas artísticas una y otra vez atentan contra las estructuras de lo que se conoce, de lo que vemos todos los días, están escondidas entre todos nosotros, observando, por esta sencilla razón, “Banana Market/Art Market” brincó en Art Basel, justo por todo lo vivido antes de llegar a la feria. Paulo Nazareth es un artista que vive la propia angustia de sus trayectos, no los piensa desde su estudio, no rellena desde vacío, no habla de lo contemporáneo, en cambio pone atención a lo que esta más presente, a lo que nadie quiere mencionar, a lo que todos queremos ocultar.

Nazareth se fue de mi Sala de Espera, durmió en un sillón victoriano por un mes, envolvió mis litografías vienesas y una pieza de otro artista mexicano con papel revolución, enseñó a mi compañero a cortar verduras y de Latinoamérica, guardaba el pan duro para dárselo a los pájaros, reciclaba sus documentos de paso, el cual se convirtió en una pequeña montaña de recuerdos, empacados en costales, para su siguiente destino.

Judith Pedroza


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