Algunas veces se olvida la emoción por lo que acontece, imaginar lo
que va a suceder y de ahí partir para el encuentro entre personas que imaginan también.
Luis Pérez-Oramas diría: “El arte por venir de un lugar que no se conoce, que
acontece cuando usted no lo sabe”. Mientras yo me preguntaba How to find the beauty? me encontré
con Paulo Nazareth, en un Conversatorio de un proyecto llamado
Taller Multinacional en la Ciudad de
México, que daba asilo a Paulo en su paso por esta ciudad, con su único
objetivo llevar la tierra pisada de Latinoamérica caminada por meses hacia los
Estados Unidos. En un proceso desordenado de viaje, iba y venía por meses,
entonces la llegada a Estados Unidos se veía lejos, en el camino pequeños tesoros que la calle regala, en
los trayectos largos, las reflexiones largas del por qué un artista se aventura
a realizar ciertas empresas, el preciosismo de ruta,-Tomaré el camino de la
costa o pasaré a visitar a las ballenas en Baja California, y el tiempo no contando con la gente
que se ofrece para escuchar y
compartir noches de música. Cabezas de animales dispuestas solo para que
Nazareth las recogiera y las pusiera en sus costales con los que viaja, montados
en un carrito de metal, Latinoamérica con sus infinitas bellezas. Las sorpresas
vienen cuando se contempla la dura decisión de vida, la sensibilidad que
acontece se desarrolla justo en los lugares no conocidos, en las decisiones no
contadas, ahí donde la fragilidad es una fortaleza, ahí donde se comparte la
comida, ahí donde se habla de una banana no en el sentido que el arte pop nos
enseñó a leer, sino en el sentido del valor en sí y del esfuerzo
latinoamericano que significa alimentar a gran parte de la población de este
continente y quién hace ese esfuerzo, es sacrificado.
Mientras camina con sus sandalias brasileñas, se funde en el paisaje,
oculta su cabeza en arbustos, ramas y agua o reproduce a sus dobles en las
calles, quiénes en países como este, desde donde escribo Estados Unidos, se les
confiere la culpa sobre sus decisiones de vida, quiénes aunque pertenecen a un
país sin duda con recursos, tienen que dormir en la calle, donde no hay ningún
lugar donde ocultar su culpa. “What is the color of my skin?” dice el pedazo de
cartón que Nazareth llevó colgado en el cuello caminando por las calles de San
Diego California,-Cafecito le dijeron en un cruce peatonal-, el color de piel
en esta sociedad lo determina todo.
Su participación en cada destino visitado deja imágenes, deja amigos,
deja billetes de dóllar, tradición brasileña muy a la Cildo Meireles, pero esta
vez con leyendas selladas:
[ PARA DEMOSTRAR
GENOCIDIOS PASADOS EN LAS AMERICAS antes del pago APUNTE EL NOMBRE DEL (A)
DESAPARECIDO(A) , PAIS DE ORIGEN _________ y/o etnia -- periodo histórico(
colonia ,imperio , dictadura, democracia)]
[ PARA DENUCIAR SECUESTROS PASADOS EN LAS AMERICAS antes del pago
APUNTE EL NOMBRE DEL (A) DESAPARECIDO(A) , PAIS DE ORIGEN _________ y/o etnia
-- periodo histórico( colonia, imperio, dictadura, democracia)]
Es ahí donde las prácticas artísticas suceden cuando usted no sabe,
suceden cuando se camina solo, para encontrarse con otros, cuando los otros se
sorprenden de lo que ven o escuchan, las prácticas artísticas una y otra vez atentan
contra las estructuras de lo que se conoce, de lo que vemos todos los días,
están escondidas entre todos nosotros, observando, por esta sencilla razón, “Banana
Market/Art Market” brincó
en Art Basel, justo por todo lo vivido antes de llegar a la feria. Paulo
Nazareth es un artista que vive la propia angustia de sus trayectos, no los
piensa desde su estudio, no rellena desde vacío, no habla de lo contemporáneo,
en cambio pone atención a lo que esta más presente, a lo que nadie quiere
mencionar, a lo que todos queremos ocultar.
Nazareth se fue de mi Sala de Espera, durmió en un sillón victoriano
por un mes, envolvió mis litografías vienesas y una pieza de otro artista
mexicano con papel revolución, enseñó a mi compañero a cortar verduras y de Latinoamérica,
guardaba el pan duro para dárselo a los pájaros, reciclaba sus documentos de
paso, el cual se convirtió en una pequeña montaña de recuerdos, empacados en
costales, para su siguiente destino.
Judith Pedroza